En su detallado trabajo acerca del juego del ajedrez tanto en oriente como en occidente, el autor de este voluminoso libro se empeña con vehemencia en demostrar «con toda seguridad» el origen egipcio del juego del ajedrez, y en negar de modo igualmente vehemente la opinión generalmente aceptada de su origen en la India en torno al siglo VI. Para Brunet el conocido y bien estudiado juego egipcio de Senet no es sino el juego original del ajedrez. El modo en que el autor argumenta, con un lenguaje fuertemente categórico, su convencimiento del origen egipcio del ajedrez le lleva igualmente a hablar del ajedrez en Grecia y Roma, e igualmente a afirmar «sin posibilidad de error» que los árabes adoptaron y escribieron sobre el ajedrez a raíz de su contacto con los egipcios. El libro maneja abundante y rica información, si bien el empeño en argumentar de modo insistente y hostil, en todo momento, su objetivo de demostrar el origen egipcio del juego le hace parecer a veces un actual «influencer negacionista«, lo que resta atractivo a este libro. Aun así es interesante su lectura, de forma desapasionada.