jugando morabaraba

Morabaraba

Morabaraba es un juego de mesa originario del África austral, siendo popular aun hoy día en Botswana y Sudáfrica. El tablero es parecido al juego del Molino o alquerque de nueve, diferenciándose únicamente en que en Morabaraba no solo están unidos por líneas los centros de los lados de los tres cuadrados concéntricos sino que también lo están sus vértices. Esto permite formar molinos (tres fichas seguidas alineadas siguiendo una línea trazada en el tablero) no solamente sobre los segmentos horizontales o verticales del tablero (como en el juego del Molino) sino también sobre los segmentos diagonales.

En la imagen superior se ve a dos muchachos jugando Morabaraba en un local de Ciudad del Cabo (foto de GroundUp.org)

morabaraba artesanal

Cada jugador comienza con doce fichas de su color, que va colocando de una en una, por turno, sobre el tablero, en lo que es la primera fase del juego. Durante esta fase las fichas colocadas sobre el tablero se quedan en el sitio en que han sido depositadas a menos que sean capturadas por el contrario. Una vez colocadas las 24 fichas se pasa a la siguiente fase, en la cual cada jugador por turno desplaza una de sus fichas a una posición adyacente que esté libre, siguiendo las líneas del tablero. Como se puede observar, las reglas de juego son prácticamente las mismas que para el juego del Molino. En Morabaraba las fichas se llaman popularmente «vacas» (cows).

esquema morabaraba

Cada vez que un jugador consigue formar un molino (un alineamiento de tres fichas seguidas de su color sobre alguna de las líneas trazadas en el tablero) procede a retirar del tablero una ficha del jugador contrario, cualesquiera que sea, con la condición de que no esté formando parte, a su vez, de otro molino. Solamente en el caso de que todas las fichas del jugador contrario estén formando molinos se puede retirar una ficha de cualquiera de ellos. Las fichas retiradas del tablero no vuelven al juego.

Si al mover una ficha determinada se logra formar dos molinos a la vez solo dará derecho a retirar una única ficha del contrario. Esta situación se puede dar, por ejemplo, si el jugador tiene sus fichas en dos lados de un cuadrado, dos en cada lado, y está libre el vértice que une ambos lados, de modo que si coloca otra ficha suya en dicho vértice se formarán dos molinos a la vez.

Una situación de especial interés se da si un jugador coloca sus fichas de modo que forma un molino sobre una línea y dispone además de dos fichas en una línea contigua, de modo que puede deshacer el primer molino moviendo una ficha que en su desplazamiento se coloca junto con las otras dos fichas, en la línea contigua, formando un nuevo molino. Lo estratégico de esta situación es que con la misma ficha se puede volver a la posición que ocupaba en el primer molino que se había deshecho, lo cual se considera que se ha vuelto a formar un nuevo molino y origina la captura de otra ficha contraria.

Todo lo dicho hasta ahora es igual que para el juego del Molino. La única diferencia (a parte de que en Morabaraba se juega con 12 fichas por jugador en lugar de nueve y que se juega también sobre las diagonales) es que para evitar la excesiva ventaja que da a un jugador la formación continuada de molinos entre dos líneas al intercambiar entre ellas una de sus fichas, en Morabaraba no se puede revertir el movimiento de una ficha en el siguiente turno. Es decir, para que la misma ficha que tras deshacer un molino ha pasado a formar parte de otro contiguo pueda retornar a su posición inicial volviendo a formar el primer molino, deben transcurrir al menos dos turnos. Esta limitación no existe en el juego del Molino.

estrategia primera fase

En Morabaraba, al igual que en el Molino, se pueden formar molinos también durante la primera fase, es decir, mientras se van colocando las fichas por turno sobre el tablero y, consecuentemente, se puede durante esta primera fase capturar fichas del jugador contrario. De hecho lo más frecuente es que así sea. Es más, si los dos jugadores consiguieran colocar cada uno sus doce fichas durante la primera fase del juego sin que se produzca ninguna captura, se produciría automáticamente un empate (tablas) y habría que comenzar un nuevo juego, debido a que hay 24 fichas y 24 espacios para colocarlas, por lo que no se podría pasar a la segunda fase ya que no quedaría ningún espacio libre para mover alguna de las fichas situadas sobre el tablero.

En la figura se presenta una estrategia de colocación básica para las negras durante la primera fase. Los números representan los turnos de colocación. Obsérvese que aparentemente las fichas negras, antes de colocar la ficha 7, no presentan una amenaza inmediata pues la única línea con dos fichas negras está neutralizada por una ficha blanca. Sin embargo al colocar la ficha 7 se crean dos amenazas de molino simultáneas, por lo que el jugador blanco en su siguiente turno 8 solo podrá bloquear uno de los dos, siendo imposible evitar que el jugador negro haga un molino en su turno 9.

Al igual que en el juego del Molino, cuando a un jugador le quedan solamente tres fichas ya no está restringido a moverlas a un espacio adyacente vacío, sino que puede «volar» la ficha a cualquier posición vacía del tablero.

Gana el juego quien deja al jugador contrario con tan solo dos fichas, de modo que ya no podrá formar ningún molino, o también quien consigue bloquear al jugador contrario de modo que no pueda realizar ningún movimiento.


Publicado en Descripción juegos, Edad Moderna y etiquetado .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *