Sri Lanka es un país rico en juegos de mesa tradicionales propios, aunque con cierto parecido a los jugados en la India, cosa lógica debido a su proximidad, y también con reminiscencias de los juegos africanos del tipo mancala, cosa también lógica dada la difusión que tales juegos han tenido desde la edad media a través del océano índico, debido a las migraciones árabes. En este caso hemos procedido a fabricar un juego denominado Olinda Keliya, del tipo mancala, con dos filas de siete agujeros, configuración frecuente en el sur y el sudeste asiático, como por ejemplo el juego denominado Pallanguli.
Keliya se puede traducir por tablero de juego, y olinda es el nombre de un tipo característico de semillas, que son las que se utilizan para jugar. Son un tipo de alubia venenosa que es producida por una planta trepadora denominada abrus precatorius o coralillo asiático. Tienen un vistoso color rojo intenso con un extremo negro, tal como se aprecia en la fotografía. Se utilizan también para hacer abalorios como collares o pulseras.
Para fabricar el tablero se ha partido de una pieza de madera natural de poplar sobre la que se dibujaron los huecos de juego y la decoración tradicional tallada en la madera, siguiendo un ejemplar mostrado en el museo de la ciudad de Colombo, capital de Sri Lanka. La forma exterior en bruto se hizo con la sierra circular eléctrica. Para los 14 huecos de juego y los dos depósitos centrales se utilizó una herramienta de sierra cilíndrica conectada al taladro eléctrico para dejar marcada con 1 cm de profundidad el límite de cada hueco, y luego ya se continuó el trabajo de forma manual con formón y gubia. Finalmente, el tallado de la decoración se realizó a mano mediante el uso de gubias. Por la parte inferior se hizo un ligero vaciado de la parte central del tablero a fin de que quedaran cuatro grandes patas en que apoyarse. Para alisar y suavizar los catorce huecos de juego se utilizó una miniamoladora eléctrica con cable de extensión flexible para poder acceder al interior de cada hueco y perfeccionar su forma semiesférica.
Dado que la madera de poplar es de color claro, una vez terminado el trabajo mecánico de tallado y tras lijar cuidadosamente la pieza, se procedió a darle un color oscuro, similar al original del museo, posiblemente realizado en madera de ébano. El tinte se aplicó a base de betún de judea diluido y una capa final de cera.