El último juego representado y descrito en el Libro del Ajedrez, Dados y Tablas de Alfonso X el Sabio (manuscrito del año 1283) es el denominado «juego de Tablas que se juega por Astronomía» (Folio 97v). El juego, que trata de representar el movimiento de los cuerpos celestes por el firmamento, es para siete jugadores, con dados de siete caras, con siete fichas y con un campo de siete espacios para cada jugador.
Como sabemos, los juegos de tablas vienen de muy antiguo, en concreto del juego romano «Tabula» que a su vez fue una variación de otro romano anterior denominado «Duodecima Scripta«. Más tarde los juegos de tablas dieron paso al actual Backgammon. Lo curioso es que tanto Tabula como las Tablas reales, como el Backgammon son siempre para dos jugadores, mientras que este «Juego de Tablas por Astronomía» es para siete jugadores.
En la descripción que se hace del tablero en el manuscrito se indica que a cada jugador se le asigna un color concreto, según el cuerpo celeste representado: Saturno: negro; Júpiter: verde; Marte: rojo; Sol: amarillo; Venus: violeta; Mercurio: varios colores; Luna: blanco.
Este juego se construyó en 2018 y ha sido uno de los que más atención hemos prestado tanto por su historia como por la dificultad y belleza del resultado perseguido. Tiene un especial significado el hecho de que se trate de un juego raro, original y que se describa en una miniatura del códice español de Alfonso X el Sabio, del año 1283. Por todo ello se ha elegido como logotipo de este sitio web.
Una curiosidad constructiva son los dados de siete caras, cosa que no es sencilla de diseñar para que cada uno de los números sean equiprobables. Para fabricar los dados se parte de un listón grueso que se mecaniza a mano para darle una forma prismática de cinco caras iguales, es decir con base pentagonal. El problema es saber que altura hay que darle al prisma (es decir por donde hay que serrar el listón) para que la probabilidad de que el dado se pose sobre cualquiera de las cinco caras del prisma sea la misma que la probabilidad de que se pose sobre cualquiera de las dos bases pentagonales.
Se entiende que si el dado fuera muy largo (por ejemplo como el cuerpo de un lápiz), la probabilidad de que caiga sobre las bases pentagonales es prácticamente nula, y por el contrario si fuera muy estrecho (por ejemplo del espesor de una moneda) la probabilidad de que caiga sobre una de las caras laterales del prisma sería igualmente nula. Así pues, de forma empírica, sabemos que habrá un punto (en cuanto a la altura del prisma) en que ambas probabilidades se crucen, y ese será precisamente el que determine la altura perfecta que hará que la probabilidad de que el dado presente boca arriba cualquiera de las siete opciones, del 1 al 7, será la misma.
Todo el trabajo en la fabricación de este juego es de marquetería, partiendo de un tablero de base sobre el que han ido pegándose con cola de contacto las diferentes piezas, todas ellas de diferentes láminas de madera natural. Finalmente se canteó todo el borde con un listón de 2,5 cm de ancho para delimitar el tablero. Una vez terminado el trabajo y lijado cuidadosamente se aplicó una capa de tapaporos y cera natural.