Zamma, también llamado Srand y Dhamet, es un juego de la familia de los Alquerque. Este tipo de juegos se remonta probablemente a años anteriores a nuestra Era, según se interpreten ciertos grabados en piedra, con el esquema típico del alquerque, encontrados en templos del antiguo Egipto, y posteriormente en excavaciones arqueológicas correspondientes a establecimientos de la antigua Roma. En todo caso, se tiene constancia escrita y detallada de estos juegos y sus reglas a partir del Libro de los Juegos de Alfonso X el Sabio (año 1283) y el nombre con que se conocen a partir de la Edad Media (alquerque) resulta proveniente del árabe al qirkat, nombre que aparece en un manuscrito árabe del siglo X titulado El Kitab al-Aghani o Libro de canciones.
La familia de los juegos tipo alquerque aparece diseminada por buena parte del mundo (Europa, Asia, África y en menor medida en América y Oceanía) adoptando diversas variantes y tamaños pero con aspectos comunes como es por ejemplo la captura por salto corto. El tablero básico del alquerque medieval europeo, tal como se describe en el Libro de los Juegos de Alfonso X (alquerque de doce, por el número de fichas por jugador), contiene 5 filas y 5 columnas, que determinan 25 puntos de cruce, algunos de ellos unidos entre sí por diagonales también trazadas sobre el tablero.
Zamma es un juego tradicional en los pueblos del desierto del Sahara, donde lo más frecuente es trazar en la arena el tablero y utilizar como fichas elementos fácilmente disponibles, como pueden ser pequeños guijarros, palitos o excrementos secos de camello o cabra. Se considera un «deporte» nacional en Mauritania.
Para este proyecto se decidió hacer un tablero en madera, pero manteniendo la idea de poder «clavar» los palitos como si se hubiera dibujado el tablero en la arena, y por lo tanto haciendo que cada casilla sea en realidad un agujero.
Las piezas de juego, en número de 40 por jugador, se hicieron con trozos de pequeñas ramas por un lado y con bolitas de arcilla pintadas posteriormente de negro para simular excrementos secos de cabra.
El tablero es en realidad la suma de cuatro clásicos alquerques, formando en total 9 x 9 líneas, es decir 81 casillas o huecos, de modo que al colocar sobre él las piezas de ambos jugadores queda solamente libre el hueco central, característica generalmente común a los juegos de la familia alquerque.
Siguiendo la técnica que se ha empleado en el taller de artesanía para otros juegos en que es necesario hacer y destacar huecos físicos como casillas, se toma primero un tablero de contrachapado de 5 mm de espesor y se perfora – con una herramienta de sierra cilíndrica conectada al taladro eléctrico – el número de agujeros necesarios (81) y luego se pega este tablero perforado sobre otro tablero liso, de forma que los huecos quedan ejecutados pero de un modo muy sencillo y sin herramientas especiales para dar al hueco la profundidad necesaria e igual en todas las casillas. En este caso, este tablero es un contrachapado de 10 mm de espesor, que al ir también perforado con agujeros de 8 mm de diámetro para los palitos, requiere un tercer tablero liso de fondo, que es un tablero DM de 10 mm, con lo que el conjunto del juego adquiere un espesor total de 25 mm.
Se realizaron con una broca para madera de diámetro 8 mm los agujeros en el centro de cada hueco, en el segundo tablero contrachapado de 10 mm, para permitir dejar verticalmente «clavado» cada palito, mientras que cada bola de arcilla negra se acomoda perfectamente en el hueco más ancho. Posteriormente se colocaron apilados y bien encajados los tres tableros y se pegaron con cola blanca. Con objeto de igualar el perímetro del conjunto, formado por los tres tableros pegados, se utilizó la sierra eléctrica circular para cortar todo el perímetro en bisel a 45 grados, y se terminó con un lijado profundo con la lijadora orbital. Por último se colocó una cinta de tejido decorativo a lo largo de todo el perímetro y se pegó con cola blanca.
Las líneas que unen los huecos, según el diseño del juego, se realizaron dibujándolas sobre el tablero con un rotulador de tinta dorada. Finalmente se aplicó un tinte claro de color roble y se dio una capa de tapaporos, seguida de un suave lijado y una capa de cera.